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 A propósito de “Días de Radio”

Por Jaime Llabrés

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Había una vez…Pues sí , hubo un tiempo en que la radio comenzó a colarse en millones de hogares de todo el mundo, era a principios del XX. Llegaba a personas de cualquier clase social, edad, sexo, religión o país. Rellenaba las mañanas, sobremesas y noches de un mundo que aun no conocía la T.V. La radio marcaba las horas de la vida de la gente, convirtiéndose en el principal entretenimiento de las clases humildes pues constituía una evasión de la realidad al tiempo que territorio imaginario de sueños, anhelos y frustraciones.

Recuerdo aquellos programas de comienzos de los 50: las radio-novelas, “Cabalgata fin de semana”, el espacio protagonizado por Pepe Iglesias, el Zorro, los pegadizos anuncios (la canción del Cola-cao, la del Okal, lenitivo del dolor…),radio Andorra con sus discos solicitados, y por supuesto el Carrusel deportivo de los Domingos por la noche…También existía Radio España Independiente, pero esta es otra historia. No es de extrañar pues que la radio haya sido también un tema recurrente en el cine. Recuerdo dentro del cine español:”Historias de la radio” de Sáenz de Heredia, nostálgico film, lleno de ternura y humor que he visto varias veces y que se resiste a envejecer; otro es “Solos en la madrugada” de Garci, director proclive a la sensiblería pero por el que siento una cierta debilidad.

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W.Allen en “Días de radio” hace su particular homenaje al medio radiofónico a partir de la vivencias que un niño judío (alter ego del autor),coetáneo de la época dorada de la radio en EEUU, nos va narrando. Los seriales lacrimógenos, los concursos, la música se convierten en pretextos para mostrarnos una parte de la sociedad en la que vivió. Con una mirada cargada de nostalgia pero con diálogos agudos e irónicos nos advierte: “Ahora solo quedan los recuerdos. Era el tiempo de mi infancia..”. He visto el film dos veces y no pudo dejar de evocar que a mis 10 años, edad similar a la del protagonista, determinados programas de radio acompañaban mi vida. Desconocía al “Vengador enmascarado” héroe del personaje y por supuesto su presentación:”Absteneos, malhechores, estéis donde estéis”, pero escuchaba “El criminal nunca gana” que se emitía los Jueves por la tarde, y del que recuerdo su moralizador latiguillo:”Por muy hábil que sea un criminal, por mucho que intente borrar sus huellas, tarde o temprano será descubierto y caerá sobre el todo el peso de la ley”.

Los concursos eran una fórmula mágica para el entretenimiento. Curiosamente “Historias de la radio” a la que ya he aludido y “Días de radio” coinciden en la primera secuencia, en ella cuenta W. Allen:”Érase una vez, hace años, que dos ladrones fueron sorprendidos por una llamada radiofónica”, se trataba de acertar el título de una melodía que desde la emisora se emitía. Mas aun, los dos filmes coinciden en otra anécdota, la del programa “lo toma o lo deja”
Sin embargo, para la numerosa, estrafalaria pero entrañable familia del film de W.Allen, la radio alrededor de la cual gira su vida, no se reduce sólo a seriales y concursos…también tienen su lugar las biografías y anécdotas de las grandes leyendas del deporte como la del jugador de béisbol que tras ser amputado de varias de sus extremidades e incluso privado de la vista ,siguió jugando porque :”tenía …corazoooón” narraba el locutor con impostada voz. Ya he aludido a la fascinación que sentía por las emisiones deportivas que con lenguaje parecido fabricaban también nuestras leyendas nacionales. Sobre ellas ironiza Vázquez Montalbán en su “Crónica sentimental de España” al afirmar:”Cuando los cosmonautas americanos realizaron su primer viaje espacial,  creyeron escuchar sonidos humanos, y era el eco de la voz de Matías Prats cantando el famoso gol de Zarra en el campeonato del mundo celebrado en el estadio de Maracaná contra la pérfida Albión, y que seguramente se convirtió en el grito más famoso de nuestra historia detrás del “Tierra a la vista” de R. de Triana. En España estábamos pasando del Pan y Toros al Pan y Fútbol, lo cual explica la aparición de filmes como Saeta Rubia(Di Stefano) o “Los Ángeles buscan La Paz”(Kubala),auténticos bodrios cinematográficos pero…que vi y admiré. Mi cultura, como la de la mayoría de niños de la época, era la suma de la radio, un cine español patriótico, pseudo-religioso y folklórico, unas gotas de cine americano, auténtica invitación a soñar despierto, las colecciones de cromos (Robin de los Bosques, jugadores de fútbol…)…y los tebeos, ahora cómics(Hazañas bélicas, Roberto Alcázar, El inspector Dan, El pequeño sheriff…)

La música, siempre tan cuidada en sus películas,  es también otro componente básico de “Días de Radio”:T Dorsey, G.Miller, B.Crosby, el nostálgico recuerdo a Carmen Miranda, las Andrews Sisters…tienen su momento ,como la secuencia en la mítica Radio City. En los 40 en Epaña, tanto las letras de las canciones, como la prensa, la literatura de consumo (Mallorqui, la colección Pueyo, Rodeo…) se aprestaban a despolitizar la conciencia social. Ejemplo evidente de ello es la letra:     “Que no me quiero enterar,    no me lo cuentes vecina,    prefiero seguir soñando,  que conocer la verdad”.

De tal modo esto era así que Martin Patino, director de “Nueve cartas a Berta”, en su
insólita y excelente película “Canciones para después de una guerra”, compone una triste y amarga crónica de nuestra postguerra a partir de las letras de las canciones de moda. En mi opinión el mejor homenaje que W.Allen hace a la radio es la secuencia en la  que la tía Bea y su novio de turno, ven interrumpida su fogosa relación en un automóvil al escuchar la emisión del famoso montaje que O.Welles hizo de “La guerra de los mundos” y que provocó un auténtico pánico.

Por otra parte, el contraste entre el mundo familiar y el de las rutilantes estrellas de la radio(innecesarios algunos momentos, entre ellos la aparición de D.Keaton) le sirve al autor para hacer una caricatura del presunto glamour, de la banalidad, del vacío  que se esconden detrás de su efímera popularidad.”Que deprisa envejecemos. Me pregunto si las nuevas generaciones sabrán quiénes éramos”, dice uno de ellos. El mismo W.Allen le da la respuesta en las últimas palabras del film:”Nunca he olvidado las voces que oía por radio pero con el paso de los años, las voces parecen alejarse cada vez más”.

Con “Días de radio “no es la primera vez que el director juega con la noción de fuga a un tiempo o a un lugar pretendidamente más feliz. Sea el propio cine(“La rosa púrpura del Cairo”);la literatura(“Media noche en París”, preciosa recreación de “París era una fiesta” de Hemingway);y en este caso la radio, son los otros mundos en los que se ha refugiado de una existencia que no resuelve las dudas e incertidumbres que aparecen frecuentemente en sus obras y que, a veces, llegan a aburrirme. Confundir profundidad con ingeniosidad (y su cine está lleno de frases agudas e ingeniosas) no me parece correcto aunque la ingeniosidad se sirva brillantemente. Por supuesto, esta opinión no la hago extensiva a todo su cine ,pero tengo que admitir que a medida que envejezco ,la “cháchara” cada vez me irrita mas, será porque tengo presente aquella frase que dice:”Si las palabras (la imagen en el cine) no mejoran el silencio, entonces cállate”.